Cuando conducimos un vehículo se realiza una transformación energética, convirtiendo lo acumulado en el depósito o baterías en movimiento. Para poder hacer frente a diferentes situaciones de conducción, en las que circularemos a diferentes velocidades y con variaciones en la inclinación del terreno, necesitamos un dispositivo denominado caja de cambios.
La caja de cambios es uno de los elementos de la transmisión del vehículo, la encargada de convertir la fuerza del motor o motores en movimiento. Las diferentes relaciones de cambio sirven para aprovechar mejor la potencia del motor o para invertir el sentido de la marcha cuando sea necesario.
El tipo de caja de cambios más común es la manual con diferentes relaciones, empezando por las más cortas (menor velocidad, más fuerza a las ruedas) y acabando con las largas (mayor velocidad, menos fuerza a las ruedas), además de la marcha atrás. Este tipo de caja hace imperativo el embragado y desembragado del motor, lo cual se puede hacer con la fuerza del pie izquierdo o un mecanismo que lo automatice. Al desembragar separamos el motor de la caja de cambios, pudiendo así girar a diferentes velocidades sin problema.
Por otro lado, tenemos las cajas de cambios automáticas, que en función de su construcción y diseño pueden ser de muy diferentes tipos: manuales robotizadas o pilotadas, convertidores de par, engranajes epicicloidales, doble embrague robotizado, variador continuo, etc. En los coches eléctricos puede haber una única relación hacia delante, o como mucho dos, ya que no hacen falta más. El motor eléctrico puede iniciar la marcha desde 0 revoluciones, uno gasolina o diésel no.
Toda caja de cambios tiene una entrada de fuerza que viene del motor (eje primario), y una salida de fuerza (eje secundario) que se dirige al diferencial de las ruedas motrices. Dependiendo de las circunstancias de conducción, como velocidad, inclinación, esfuerzo exigido al acelerador, carga… se elige una u otra relación de transmisión, que modifican la velocidad y fuerza del eje primario al secundario.
En otras palabras, una caja de cambios básicamente adapta las revoluciones del motor a las de las ruedas. Según su diseño y tipo, hace falta una explicación técnica sobre su funcionamiento que es compleja y excede el ámbito de este artículo.
La selección de marcha puede hacerse de forma manual, con un pomo selector que mueve un varillaje y las distintas marchas, o con algún automatismo que haga ese trabajo al conductor. Las cajas automáticas disponen frecuentemente de programas para poder adaptar su funcionamiento a las demandas del conductor, como un modo deportivo o “Sport” que retrasa los cambios para disponer más tiempo de una potencia superior o que facilita las retenciones (freno motor).
Dependiendo de su tecnología, cada caja de cambios tiene distintos tipos de mantenimiento, desde esperar a que se rompa algo (sin mantenimiento) o con el cambio periódico de fluidos o componentes. La tendencia en el automóvil es que las cajas sean todas automáticas, porque las manuales no tienen sentido en los eléctricos, y porque los consumidores se están acostumbrando a los automatismos.
No hay una respuesta definitiva, ya que depende de las pretensiones del conductor. Si hablamos de modelos de altas prestaciones o deportivos, el conductor preferirá tener un cambio manual o un doble embrague robotizado que no pierda tiempo entre cambios. Por otro lado, si lo más importante es el confort, un convertidor de par o variador continuo pueden ser mejores opciones al ser más suaves, y en coches más corrientes.
El correcto uso del cambio ya sea manual o automático, determina el mejor aprovechamiento del motor, como un menor consumo de combustible, menor estrés a la mecánica o un nivel de ruido inferior. De ahí la importancia de comprobar el manual de instrucciones por si el cambio del coche tiene alguna particularidad que sea necesaria conocer.
Varios vicios y malas costumbres al volante se notan en el uso del cambio, como la presencia permanente del pie izquierdo encima del pedal del embrague, llevar la mano constantemente encima de la palanca, cambiar bruscamente o cuando no toca (muy pronto o muy tarde), etc. De hecho, el mal uso del cambio penaliza a los aspirantes a obtener el permiso de conducir.
Un buen conductor que se precie tiene que conocer perfectamente su caja de cambios, de esa forma hará el mejor uso del vehículo, ahorrará dinero en combustible y averías, y disfrutará más del placer de conducir. En cambio, un conductor que no domina este elemento se gastará más dinero, conducirá con mayor tensión y desagrado, y no disfrutará de sus desplazamientos en coche.
De todas formas, si no estás seguro/a del estado de la caja de cambios de tu coche, no dudes en acercarte a tu taller First Stop más cercano para una revisión. ¡Pide cita haciendo clic aquí abajo!
¿Quieres saber más? Volver a todos los consejos sobre neumáticos