Cada cierto tiempo es obligatorio acudir a la cita de la Inspección Técnica de Vehículos. La ITV es un paso necesario para revisar la salud y el bienestar de nuestros vehículos para garantizar la máxima seguridad en la carretera. Aunque lo normal es recibir el visto bueno de las autoridades, a veces nos encontramos con el desagradable resultado de una ITV desfavorable. En ese caso hay que tomar una serie de medidas que desde aquí te vamos a explicar.
En España se hizo obligatoria la asistencia a la Inspección Técnica de Vehículos en el año 1987. Desde entonces el sistema ha ido cambiando y evolucionando en la misma medida que los coches que trata de evaluar y certificar. En los últimos tiempos se han sumado nuevos procedimientos y exigencias que hacen más complicado recibir la valoración positiva, aunque con ciertos cuidados y precauciones es fácil pasar la ITV sin mayores percances. Por eso te invitamos a que leas nuestro post sobre la nueva ITV y lo que debes saber. ¿Pero qué pasa cuando no todo sale bien?
Lo primero de todo hay que saber qué se vigila en una ITV convencional. Los principales puntos de interés de las autoridades se centran en la seguridad y en el mantenimiento del vehículo. Elementos como la iluminación, los sistemas de retención, los neumáticos y las emisiones ocupan gran parte de la atención de los examinadores de las líneas de los centros autorizados. Se debe cumplir con todos los requisitos exigidos, que no son pocos.
La visita a la ITV dependerá del tipo de vehículo y la edad del mismo. A la hora de comprar un coche nuevo estaremos exentos los primeros cuatro años de vida del mismo, a partir de entonces las visitas se harán cada dos años hasta cumplir la década, pasando entonces a la revisión anual. En el caso de los vehículos industriales los plazos son más estrechos, estando exentos los primeros dos años. Una vez cumplida la fecha tocará acudir cada 24 meses hasta los seis años, y después de forma anual hasta los 10 años.
Si en alguno de esos delicados momentos nuestro vehículo no cumple con los mínimos de seguridad regulados seremos rechazados, es decir: obtenemos una ITV desfavorable. Los centros especializados catalogan los defectos en una escala que va desde el fallo leve a uno muy grave. Cuando no se consigue el certificado de apto es porque habrán sido detectados varios fallos leves o al menos un defecto grave o muy grave. En función del tipo tendremos que tomar una medida u otra.
Si se detecta un fallo leve recibiremos un aviso, pero el vehículo será apto para circular. No hay problema. Si el problema es considerado grave o muy grave tendremos la ITV desfavorable que, en casos extremos, puede suponer la inmovilización inmediata del vehículo en la propia línea de la ITV. Cuando esto ocurre tendremos la obligación de reparar los problemas detectados, acudiendo a un taller especializado que certifique las labores realizadas y compruebe la operatividad del arreglo.
Una vez hayamos reparado el o los problemas detectados tendremos que acudir a una segunda cita en la ITV. A diferencia de la primera visita, esta es totalmente gratuita, aunque para ello siempre debe realizarse en un plazo máximo de dos meses a partir de la primera certificación. Los inspectores revisarán una vez más el vehículo, centrándose en aquellos puntos que provocaron el primer rechazo. Si todo está correcto se recibirá el visto bueno y obtendremos nuestra ITV válida hasta la próxima cita obligatoria. En caso contrario, tendremos que repetir el proceso, esta vez pagando.
Hay que tener en cuenta que todas estas operaciones se hacen pensando en nuestra seguridad. Con un parque automovilístico cada vez más envejecido, es de vital importancia garantizar la seguridad del tráfico, y para ello los vehículos deben cumplir con las normativas correspondientes. Hay que recordar que en caso de circular sin la ITV en vigor estaremos cometiendo un delito contra la seguridad del tráfico, pudiendo ser castigados con entre 100 y 500 euros, pudiendo sumar retirada de puntos del carnet de conducir.
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