Una de las primeras cosas que se hacen en una inspección técnica es la prueba de gases del coche. Se hace cerca de la entrada, donde hay mayor ventilación, para velar por la seguridad de los operarios de la estación y la de los propios conductores que están alrededor. Los motores gasolina y diésel normales son un poco más susceptibles de suspender estas pruebas. Los modelos ECO (híbridos y de gas) facilitan las cosas, y los eléctricos no tienen prueba de gases.
En los motores gasolina se comprobará, en función de la tecnología que tenga, el nivel de monóxido de carbono (CO), que es venenoso, y la medición de la sonda lambda si es de inyección, casi todos los que circulan, para comprobar que el valor se acerca a 1. En cuanto a los diésel, se comprobará la opacidad de los gases, básicamente si emiten humo por encima de los límites.
En el caso de suspender la prueba, hay que tener en cuenta qué ha podido salir mal.
Puede ser por una avería del motor de la que no tengamos conocimiento, la cual haga que los contaminantes que salen por el tubo de escape excedan los valores de gases que corresponderían al coche por su tecnología. Un motor que funciona bien tiende a generar menos residuos de escape; uno que funciona mal siempre contamina más, porque hace peor su trabajo.
Puede ser por haber acudido a la inspección en condiciones muy desfavorables, como una estación que está muy cerca de casa o el trabajo -que implica motor y escape frío-, o por haber circulado últimamente sobre todo por zona urbana o distancias muy cortas. En esas condiciones, ni el motor ni el escape son eficaces en su totalidad, y puede hacer que suspendamos la prueba. No elijas una ITV que esté muy cerca, va en tu contra.
También puede ser por tener alguna avería en el escape. Cualquier poro, agujero o junta floja, desde el colector de escape hasta los colines de salida, alterará la composición química de los gases a la altura de la sonda, aunque el resto funcione perfectamente. De forma ideal, el escape tiene que ser hermético, con una única salida, y que se hayan filtrado los gases tóxicos a lo largo de su recorrido para salir más limpios.
Por lo tanto, ya sabemos que para superar con éxito la prueba de gases en la ITV, el motor y el escape deben estar en un correcto estado; y que la inspección hay que acudir con estos elementos a una temperatura adecuada de trabajo. Es más fácil acudir con cita previa y después de haber recorrido varias decenas de kilómetros en autopista.
En los coches diésel es recomendable bajar una o dos marchas sobre lo habitual y mantener las revoluciones por encima de 3.000 RPM un rato, pero a velocidades legales. Eso provocará mayor temperatura de escape y que parte de la contaminación acumulada se elimine, coloquialmente hablamos de “carbonilla”. Si ves humo negro al acelerar, ya sabes lo que tienes que hacer, es un potencial suspenso.
En general, resulta buena idea acudir a la inspección habiendo conducidoen marchas cortas, no es un problema de velocidad, sino de revoluciones del motor. Y si nos toca esperar hasta que nos atiendan, el motor hay que encenderlo antes de que nos toque pasar. Si el motor está parado, se enfría, y el escape hace lo propio, aumentando la probabilidad de suspenso.
En el caso de que la prueba se suspenda por muy poco, se puede solicitar otro intento. La propia realización de la prueba hace que todo se caliente en cuestión de segundos. Por ejemplo, en un gasolina el resultado de la prueba puede ser muy distinto en los segundos que dura la fase de motor acelerado si después se hace la prueba al ralentí (y no al revés). La temperatura del catalizador de un gasolina puede subir cientos de grados rápidamente, y eso marca la diferencia entre un suspenso y un aprobado.
En el caso de coches Euro 5 o más modernos, los técnicos de la ITV podrán comprobar mediante el puerto de diagnóstico si el ordenador del coche almacena códigos de error o se ha anulado algún sistema anticontaminación de forma deliberada, lo cual nos lleva de cabeza al suspenso. Una luz de avería motor pondrá a los técnicos en guardia.
Cualquier práctica que implique la manipulación de motor o escape del coche para superar la prueba es un engaño y debe evitarse. Es más eficaz llevar los órganos mecánicos en un estado adecuado. Cuando un motor funciona bien consume menos, da las prestaciones que tiene que dar, y el riesgo de averías disminuye. Cuidado con los métodos de ahorro de tipo placebo, pueden ser contraproducentes.
Emplear combustible de mayor calidad a la acostumbrada o usar algún aditivo de inyección puede mejorar sensiblemente el resultado en algunos casos, pero en general con combustible normal y sin aditivos la prueba de gases se supera fácilmente si todo funciona bien y si se han tenido en cuenta las temperaturas correctas.
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