Cuando acudimos a la Inspección Técnica de Vehículos obligatoria, que todos los coches deben llevar al día salvo que estén nuevos, pueden pasar tres cosas. La primera, salir con un resultado favorable, todo está bien. La segunda, obtener alguna falta, lo que da un resultado desfavorable y tocará subsanar los errores y volver a realizar la inspección. En tercer y último lugar, una inspección con resultado negativo implica que el vehículo se va de allí en grúa y directo a un taller.
A nada que el conductor del vehículo se preocupe mínimamente por el mantenimiento, lo normal es superar la inspección con éxito. En la Guía de Reconocimiento Visual podréis ver que a simple vista se detectan muchas cosas.
Un tema cada vez más importante es el del escape. Los vehículos Euro 5 y Euro 6 se comprueban mediante diagnosis electrónica (E-OBD) para comprobar que el motor no se queja de tener algún sistema funcionando mal, suspendida esa prueba, se suspende la prueba de gases sin realizarla. No solo ha de tener el escape (físicamente) buen estado, también debe estar limpio, o todo lo limpio posible.
En los vehículos diésel, especialmente si vienen de un desplazamiento corto, o no salen habitualmente a autopista, conviene, antes de pasar la inspección técnica de vehículos, circular a más de 3.000 RPM durante un rato, sin necesidad de superar los límites de velocidad en absoluto. No se romperá nada, solo gastará un poco más, y las altas temperaturas de salida de gases se encargarán de destruir parte de la carbonilla acumulada. Además, un sistema de escape que va frío no funciona correctamente y puede ser el motivo de una falta grave. Acude con el vehículo tras haber rodado un rato con él, consejo válido también para los gasolina.
Los inspectores también comprueban en el interior que todos los cinturones de seguridad tienen tensión, que no presentan daños, y que se abrochan y desabrochan correctamente. El testigo de fallo del airbag es suspenso directo. Todas las puertas deben abrirse y cerrarse correctamente, lo habitual cuando no hay un golpe que se ha olvidado/aplazado reparar. Comprueba que no hay testigos encendidos ni nada que obstaculice la correcta visión, incluyendo los espejos.
Si todo esto está bien, queda una de las pruebas delicadas, el foso. Allí el inspector comprobará que no hay pérdida de líquidos, si hay goteo es falta grave, pero se acepta que rezume por ejemplo aceite.
Al sacudir el vehículo de un lado a otro se comprueba que la suspensión y elementos de la dirección tienen un funcionamiento aceptable. Un motivo para suspender es tener holguras en la dirección, lo cual se nota con muchos kilómetros cuando hay algún ruido o aspereza inusual al maniobrar a baja velocidad o aparcando.
Recuerda que puedes pasar la ITV hasta un mes antes de la fecha estipulada sin que esta vaya a adelantarse al año siguiente. En caso de suspender la primera inspección con un resultado desfavorable, puedes acudir, tras arreglar el problema, a cualquier otra estación ITV, pero lleva el informe anterior contigo. La segunda inspección no tiene coste. Recomendamos pedir cita, lo cual suele implicar un descuento en algunas autonomías o simplemente evitar esperas innecesarias.
Si no estás seguro de si tu vehículo va a superar bien la inspección, se puede solicitar a un taller un servicio pre-ITV, o intentar hacer coincidir el mantenimiento anual antes de la inspección. Si hay algo que puede dar problemas, ya nos avisarán y habrá tiempo para solucionarlo si no es muy grave.
Recuerda también que circular con la ITV caducada supone una sanción de 200 euros, y que el distintivo que indica haberla superado debe estar colocado visible o en la parte superior derecha (lado del pasajero) del parabrisas, desechando los distintivos de los años anteriores.
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